La nieve besa la piel de las flores del alma, y me caigo en el mar del llanto al desear...
Uno, quizá dos días colgado en tu cuello.
Viene sobre mí la sencilla mirada, la alba azul que funde la nieve y me cobre vida.
La vida que no era más que un vacio vaso se convertió en las llenas manos del querer.
¡ Y qué paz siento oyendo la melodía cuando me hablas al despiertar!
Sigo a paso llano por las margenes de tus seis dones y allá escribo el otoño de la desventura, el estio de nuestros deseos y aún más, el helado toque que trae el invierno de tus daños.
Pero es en el color de bella hada que siento el goce del verdadero candor que llevas al muelle de mis sueños.
Aeolos queda conmigo en la orilla del momento y me regala el olor que me huele al pasado y que será testígo al fin y al cabo.
Ninfa de Delphos eres cuando me aconsejas.
Y Bella servienta de Venus enamorada, cautiva rosa en el jardín de la pasión, cuando me besas.
No nos desnudamos nuestros cuerpos para que las almas tengan placer. Solamente los espíritus se tocan, solamente ellos hacen el amor.
Al fin escribo sobre los hilos de la memoria tu nombre sobre el mio .
Y esos escritos componen trovas que en la hora de las rojas colores serán sinfonias de Orpheo, cantadas por todos aquellos que desearen nuestros deseos...
Todos que no conocen los llantos y las sonrisas como nosotros...
Todos que necesitan conocer lo que no escribimos, pero lo que
quedó cincelado en el corazón del cosmo.